diciembre 06, 2011

El Sueño del Esquimal #341, jueves 8 de Diciembre



Now playing... Chicas de EEUU en KRAAK!







La evolución del sonido de los proyectos de Bradford Cox, tanto con Deerhunter como en Atlas Sound su proyecto en solitario, ha sido bastante similar en el sentido de que la instrumentación se ha ido ablandando paulatinamente, caminando hacía una suavidad impensable cuando Deerhunter presentó "Turn It Up Faggot" (2005). Ese camino se completa en este "Parallax", sin duda el más dulce y amable trabajo de todos los publicados por Cox, donde al igual que comentábamos de "Halcyon Digest" (2010), se deja llevar por influencias de todas las épocas del pop y el rock, para conseguir de nuevo un gran álbum, aquí de tonalidad relajada guiado por su hipnotizante voz, con un conjunto de temas que, como ocurre en todos sus trabajos, crecen ilimitadamente con cada escucha y que crean un sonido cada vez más personal.
Dentro de esa sonoridad suave de la que hablamos y que recorre todo el disco, podemos distinguir entre un conjunto de temas algo más lentos y otra parte que, sin grandes estruendos, acelera el ritmo. Los primeros son medios tiempos donde Cox se pasea por influencias que van desde el pop más clásico hasta esa electrónica ligera que tan bien utiliza. Al igual que en el último trabajo de Deerhunter nombrábamos a Animal Collective (en sus canciones más lentas) aquí repetimos, y añadimos que la comparación se puede extender hasta algunos cortes del nuevo disco en solitario de Panda Bear en temas como "Amplifiers" y sobre todo la gran "Te Amo", con sus ritmos cálidos con delicada base electrónica. También "Modern Aquatic Nightsongs" encaja perfectamente en la comparación anterior aunque aquí con un punto más experimental, como el que tienen "Parallax", "Doldrums" o "Flagstaff", que se diferencian por su tono mucho más frío. El adelanto "Terra Incognita" es de este grupo de canciones pausadas la más diferente y una de las más destacadas, delicada desde una instrumentación preciosista con bonitas guitarras y un claro inicio folk que torna en un luminoso final pop. Repartidas sobre todo en la segunda parte del álbum se encuentran los cinco temas más rápidos del álbum, recorriendo el indie de todas las épocas en las magníficas "The Shakes", "Mona Lisa" o "Lightworks", acercándose a un pop más clásico en "Angel Is Broken" o incluso con el aire de blues-rock moderno de "Praying Men" todas ellas se muestran acertadísimas desde la primera escucha, ejerciendo de contrapunto perfecto a los temas más lentos, consiguiendo dar luminosidad por momentos a un trabajo en principio destinado a la tristeza, con letras que hablan sobre la soledad y dedicado a la fallecida hace un año, Trish Keenan, vocalista de Broadcast. El conjunto de canciones se muestra sólido y quizás los únicos peros son, que en la primera mitad suenan seguidos cuatro temas de los más reposados, provocando cierta monotonía en el ritmo de esa parte y que incluso en el devenir total del álbum, algún tema más contundente y explosivo podría haber dado una mayor variedad y acabar de redondear un disco sobresaliente.
Nos preguntábamos en la crítica de "Halcyon Digest" si Bradford Cox se podía convertir en el nuevo rey del indie y si la extraña enfermedad que padece le dejaría, lo cierto es que como comentábamos allí, sigue igual de prolífico y lo que es mejor, sigue dejando sin parar grandes discos a sus espaldas (siete si contamos "Microcastle/Weird Era Cont" (2008). como uno, más Ep´s y excelentes rarezas que nos regala de vez en cuando). Porque quizás este "Parallax" no alcance el nivel de los dos últimos de Deerhunter, pero se queda cerca y nos vuelve a mostrar a un compositor detallista, imaginativo y original, con gran bagaje musical e infinitos referentes, lo que hace que en sus críticas ya no nombremos artistas concretos sino estilos, y que ha sido capaz de construirse un estilo propio sumando todas esas virtudes. Quizás él mismo ya nos ha contestado.

desde
disconcierto.blogspot.com













Frank Alpine es el nombre de guerra del músico de Los Angeles, Rich T. Moreno. Debuta en disco largo aunque sus primeras grabaciones, todas en cassette, las reunió en una recopilación llamada "Keyboard Cassette" en el año 2000. También lanzó un single 7” en 2009 para Dais Records. Utilizando sólo sintetizadores analógicos Casio y su inquietante voz, Alpine/Moreno nos introduce en una espiral oscura, claustrofóbica. Los teclados minimalistas nos llenan de sonidos cold wave y post punk. ¿Sonaría así el primer disco de New Order si Ian Curtis siguiera vivo?

kaleyjack.wordpress.com


No sé si tanto, creo que si Ian Curtis hubiese participado en el primer disco de New Order estaríamos hablando de una música desfigurada, nubosa y lúgubre, en el paso de "Closer" (1980) y lo que mostraba el single "Ceremony/In A Lonely Place" (1981) se puede decir que el sonido de los 4 tipos de Manchester iba haciéndose cada vez más escalofriante, terrible y a la vez primitivo, como la música de un mal sueño que recuerdas o algo parecido, pero son sólo especulaciones, Curtis está bien muerto y ya no queda vuelta atrás.
Volvamos mejor a lo de Frank Alpine, el muchacho solitario que gusta de los teclados con ese registro 80s' robótico y de baile mala leche, los alaridos de "No Exit" en la partida nos remiten a Kraftwerk y Esplendor Geométrico, los primeros pasos de una ola fría bien mantenida por engendros escapistas como Martial Canterel o Stacatto Du Mal, dentro de esta escena sintética actual veo a Frank Alpine como un Gary Numan delirante y personalista, poniendo toda la carne en trazos intensamente arrebatadores como "Hearts Is Grey" y "Painted Eyes", no deja de ser pop, pero interceden ruidos y chirridos de aparatos que dan contundencia y frialdad a los ambientes marciales, mucho Factory pero más Benelux que Madchester, por momentos ralentiza el tempo para mostrar la cara más funeraria de las máquinas en "Paper Thin Walls", el contrapunto viene cuando se intromete en rudimentos más dignos de Suicide como "Night Sky" con espasmos vocales a lo Alan Vega que sabe bien aplicar, llevándose todo a un plano independiente de rareza más que atractiva, el teclado Casio de "Night Sky" suena igual a un tema de los chilenos Mostro, presente imperfecto de un futuro que nunca fue, siguiendo esa raiz suicida llega la intensidad de "Dark Places", electro-punk urbano y de atmósferas muertas como en "Through Your Window" sin voces donde solo una huella tecnológica antigua esculpe la palidez del campo santo, muerto puede bailar y es real, como Robin Crutchfield para sus Dark Day poniéndole una loza congelada a la No Wave neoyorkina, así sigue el orden y descontrol gris de Frank Alpine, luces tenues, cenizas y harto ritmo coqueteando con las sombras, existencias en un borde.

Raúl Cabrera H.












Hay días en que siento que algo está realmente a mi lado en mis brazos. Y dentro de la habitación un viento frío se funde. Hay dos que estamos aquí, que yo sepa. Marissa Nadler, una de las voces más privilegiadas que la música, siempre generosa con nosotros los mortales, nos ha regalado, una de la más únicas de entre las más recientes generaciones, no solo en el apartado de sonidos tradicionales, quien forma junto a Josephine Foster y Meg Baird la santísima trinidad del folk. Al contrario de sus reversos masculinos, no ha gozado la notoriedad que si se merece, pero eso no es algo que realmente importe. Marissa, alguien quien tener entre los brazos.

Entre las “Ballads Of Living And Dying” (Eclipse, 2004) y este disco homónimo se han sucedido una serie de discos, varios, todos rozando un estado de gloria terrenal, que sin embargo casi se queda sin continuación. A falta de interés de un sello que lo publicara, la buena de Marissa hizo lo que buenamente pudo para poder hacerlo realidad por ella misma. Una campaña en Kickstarter para reunir fondos, la edición de “Various Covers Over The Years” (2010) con las mismas finalidades, todo para que hoy podamos disfrutar de esto. “Tengo un nuevo disco en el que trabajo y cada CD que compras ayuda a que eso sea posible. Muchas gracias por su apoyo. xo marissa”. Como en sus otras obras, como en “Songs III: Bird On The Water” (Kemado, 2007), el disco producido por Greg Weeks, las atmósferas no son las que solemos oír en un disco cualquiera, ni las de uno de hoy ni las del genero en el que se desenvuelve, sino que parecen sacadas de un lugar perdido entre el sueño, el campo y la vigilia, canciones que son árboles cubiertos de ceda que suenan como lobos en la inmensidad de la noche. “Oh, ¿de dónde vas?/ Cuando la nieve cayó ese año/ Te encontrabas dentro de estas paredes de madera/ Como un oso/ Niño ansioso por el final en su guarida/ Para el final del año/ Y el miedo viejo y conocido/ Se arrastra a tus pequeños brazos/ Y corre por tus venas/ Como la sangre a través de tus canciones”. Desde el primer verso hasta el final, esto es pura realidad envuelta de manera que no hiere, y que se deja caer hacia una color negro, un color triste. “Definitivamente soy una persona que es propensa la melancolía. Más que eso, sin embargo, sólo creo que tengo una tendencia hacia la empatía con el lado menos glamoroso de las cosas”. No obstante, como dije, nada de esto nos hace sentir mal por dentro sino todo lo contrario. Producido por Brian McTear y ayudada por unos cuantos músicos (Carter Tanton, Helena Espvall, Jim Callal, Orion Rigel Dommisse, Ben McConnell) Nadler arma un cuadro de folk sin pasado ni futuro, tan siquiera presente. “Marissa Nadler” es un disco no solo sin tiempo, sino fuera de él, en el que el revival del folk ya no interesa, solo interesa que estas once canciones están dentro de uno. Es un disco que se apega al género, pero eso no importa, solo vale por el simple hecho de poseer lo que posee, esa magia oscura que no invoca a ningún muerto, cuando más recuerdos apenas lejanos. Es también un disco personal, singular, en primera persona universal. Es sencillo, de sonidos puros, naturales, nada artificiosos, bien decorado, nada recargado. Tan pronto suena “In Your Lair, Bear” ya estamos embrujados, entre sus referencias climáticas y la sangre entre las canciones, entre la acústica tenue, aún cuando le dice alguien algo como esto: “So I took you home and I crashed you/ A hurricane in your veins”. La vigilia sigue por senderos más delicados, tales como “Alabaster Queen”. Luego de eso es cuando aparece el primer single, y aviso de que estas canciones podrían sonar en cualquier radio –soñar no cuesta nada–, como tantas canciones de amor, como esta que pide olvidar (“Es un hermoso día/ Y fuimos a dar un paseo/ Pero vi el viejo camino de tierra/ Donde solíamos hablar/ ¿Dónde está la lluvia?/ Porque algunos amantes de la primavera/ Me están trayendo de nuevo/ Los años han venido/ Y sus manos han pasado/ Pero tu tierra es algo/ Perdido en una canción/ ¿Por qué el sol siempre me recuerdan a ti/ Sí, lo hace/ Espero que un nuevo día vendrá/ Y ocultar lo que he hecho”). Una pieza de ritmo flojo, “Mr. John Lee Revisited”, da paso al otro single, nueva confirmación de que esto sería un lugar mejor de oír programada de sorpresa cosas como esta: “Baby I Hill Leave You In The Morning”, con las guitarras lánguidas como una mañana perezosa, con el precioso giro de una estrofa a otra, por decir California en ella, por la manera en que la región de las naranjas se menciona –“California drank till I could sleep right”–, por decir que se equivocó, por decir song dentro de ella dos veces, primero en esta parte, “Promise I will hold you in my palm/ Every night I dream you sleeping next to me/ Sing a song and keep you like a balm”, luego en esta otra, “I am getting higher by the moment/ Days too long and nights too cold in song”. Todas esos momentos la hacen merecedora de un lugar en el corazón de la canción. Pero aún hay más: referencias a sitios donde desearía estar (“Siempre fui una maleta en la oscuridad/ En mi mente una carretera al oeste de la chispa/ Sólo un paso a desnivel/ Sobre las colinas de hierba de polvo/ Podemos beber whisky o sentarnos en el coche/ Y escuchar el silencio de las estrellas/ Sólo un paso a desnivel/ Surgido desde las colinas de los cristales rotos”), esperas en aeropuertos, distancias y anillos de bodas (“Wedding”), “el tiempo que drenó el color de tu piel” (“In A Magazine”), frases que llevan abrazar, con las que partió esto, esas de “Daisy, Where Did You Go?”.

“Ya no me estoy escondiendo. El misterio aún existe en la música como una herramienta estética”. Ciertamente, the mistery still exists, y ese misterio en su voz tiene un poder embriagador, el que Marissa hábilmente despliega para que tu, para que yo nos sintamos atrapados sin querer partir, el que llama a dejarse caer a la deriva entre sus brumas de folk entre sus vestimentas rasgadas por sentimientos sinceros, directos, con un ojo en la melancolía y otro en la ilusión de sentirse fascinantemente atrapado en el corazón de la canción.

Hawái.








Anthony Gonzalez ya anunció que su nuevo trabajo iba a ser “muy, muy épico” y casi un año después comprobamos, escuchando "Hurry Up, We’re Dreaming", que razón no le faltaba. Muchos pensamos que "Midnight City" tenía muy poco de épico y mucho de hit incontestable -quizás era lo que necesitaba el grupo para volver a primera línea y crear curiosidad por su nuevo trabajo- pero una vez escuchado el doble álbum que Gonzalez describe como “un reflejo de 30 años como ser humano”, se hace difícil escribir algo sobre él sin recurrir a ese adjetivo.

Épico, cinemático, y bastante ochentero. Si en su anterior entrega bordeaba peligrosamente lo obvio y llegaba a recordar a los peores momentos de Moby y Mike Oldfield, en "Hurry Up, We’re Dreaming" los resultados son mucho más satisfactorios. Se podría afirmar, sin ningún genero de dudas, que Anthony ha conseguido no sólo el mejor disco de su carrera sino uno de los mejores del año.
Precedidas por esa oda a Toto que es "Midnight City" y que debería haber sonado en todas las radios y haberse convertido en un éxito a todos los niveles, estas veintiuna canciones conforman un LP que, lejos de aburrir por su duración, te llevan de un lado a otro sin que apenas te des cuenta. "Reunion", una canción muy Simple Minds que no desentonaría nada en una película de John Hughes; la colaboración de Zola Jesus; "Where The Boats Go", que será usada en una película de Michael Mann sí o sí; "The Bright Flash", que podía haber ido en "Before The Dawn Heals Us" (2005); y "Wait" son algunas de las perlas que podemos encontrar en la primera parte del disco.

En la segunda, del hit "Ok Pal" Gonzalez nos lleva hasta la otra punta con "Another Wave From You", en un cambio que quizás sea el que más recuerde al mejor Moby, para pararnos en seco después con "Splendor", cinco minutos de balada que empieza con un piano y termina con un sinte, unos coros y unas palmas capaces de distraerte de cualquier problema que puedas tener en ese momento. "Echoes of Mine", mi canción favorita del disco, es un tema perfecto para ponértelo a tope en el iPod e invadir Polonia.

A pesar de que las frases que usa el autor para describir el disco puedan inducir a error por su pedantería, hay que reconocer que la apuesta de Gonzalez, arriesgada en estos tiempos que corren, ha sido todo un éxito.

por Nicolás del Moral
desde jenesaispop.com













Meghan Remy AKA U.S. Girls vuelve a persuadir con sus melodías infantiles sobre espacios de lo-fi desarmante, no escatima ningún esfuerzo en estos intuitivos ejercicios sonoros, mezcla de primitivismo, fantasía y manipulación del ruido, alunizaje deslumbrante y a la vez abismo terminal en el que muy pocos podrían sollozar, U.S. Girls hace música para despertar, safándose de esa cómoda rutina para entrar en una comunidad libertaria que nace desde el mismo centro creativo, el impulso principal de este gran laberinto de formas y retazos de sueños perdídos, visiones pretéritas guardadas en la caja de resonancias personal, algo que aventuramos en definir como desafio o simplemente buen gusto para armar y aniquilar.

Luego de 2 discos largos para Siltbreeze, Remy arriba en el sello belga K-RAA-K (donde también han publicado Rothko, Main, Ignatz, The Azusa Plane y Dolphins Into The Future) buscando un sonido más claro y universal, y hasta cierto punto puede que lo haya conseguido, tras la cacofonía inicial "Test Test", aparece el disturbio aparatista de "Friendles+Pamela+GG" donde su voz gritona explota en una orgía de ecos sombríos y subterráneos, recuerda un poco el "Confusion Is Sex" de Sonic Youth con el chillido de Kim Gordon en primer plano, las grabaciones incidentales siguen siendo pieza importante en el tejido de esta viuda negra, y un extraño gusto por sonoridades R&B o americana country de ultratumba en "Peotone", pero lejos lo más llamativo de "U.S. Girls On KRAAK" es cuando la muchacha logra desarrollar canciones más o menos normales como "Island Song" y "The Boy Is Mine", bellísimas por lo demás que la ubican muy cerca de Zola Jesus, Chelsea Wolfe y aTelecine, 12 canciones en 26 minutos totales con muchas texturas, capas de saturación exquisitas y experimentación sin amarras de estilo ni nada, quizás hasta donde llegue la imaginación hiperactiva de Meghan Remy y su proyecto, por lo pronto hemos sabido que ha fichado para FatCat lo que le deparará seguramente un horizonte más extenso y lleno de claridad, habrá que esperar.
Recomendado.

Raúl Cabrera H.











TAYLOR DEUPREE + MARCUS FISCHER
In A Place Of Such Graceful Shapes

12k, 2011

La historia es más o menos así. Taylor Deupree, uno de los mejores exponentes de la canción ambiental microscópica descubre a Marcus Fischer, un músico de Portland que se había dedicado desde no hace muchoa los sonidos más delicados y las postales en polaroid, responsable de dust breeding y quien como map~map y unrecognizable now, acá junto a Matthew Jones, y con su nombre a secas, iba desperdigando temas en su sitio. Maravillado con los resultados a los que había llegado, los mismos que el anhela, le edita “Monocoastal” (12k, 2010), un precioso trabajo de electrónica pastoral, a medio camino entre lo acústico y lo digital, el camino mismo por el que ha transitado en más de una década 12k en su búsqueda incansable de atrapar esa canción imperfecta que parece que no lo es, el tránsito del folk al ambient y de ahí al pop.

Habiéndose conocido solo a principios del 2010 deciden embarcarse en un trabajo colaborativo, teniendo por un lado a Deupree, uno que ya lleva unos varios años en esto de la elaboración de melodías pequeñas y por el otro a Fischer, un alumno aventajado del norteamericano. En febrero de 2011 Marcus emprende viaje desde Portland hasta Pound Ridge, para grabar estas aproximaciones al invierno. Desde casi un comienzo decidieron que no era suficiente enviarse archivos por la red, sino que era necesario verse de frente. Y para ello fue que se reunieron en el estudio de Deupree, al norte del estado de Nueva York. Tan solo cuatro días fueron los compartidos, y en ellos, acompañados de sus herramientas y unos cuantos bosquejos trazados fueron la base sobre la que derramar estos sonidos nacidos de este enfrentamiento amistoso. “In A Place Of Such Graceful Shapes” es el título de este objeto de variadas formas: incluye una caja con un CD en su interior, un 7” y un libreto con fotos tomadas por ellos mismos en los bosques del condado de Westchester, un placer para las manos y oídos. Partiendo por el formato pequeño, las dos caras de este single representan una especie de resumen de la obra completa, pero son en sí obras separadas y perfectamente distinguibles. De hecho, fueron ambas hechas con grabaciones que no quedaron finalmente en la pieza central, un lado por cada uno en sus respectivos hogares. “Blanketing” cristalina como la lluvia, blanca como la nieve, se adentra en paisajes borrosos y nebulosos, con tonos grisáceos. “Cloudline” insiste sobre aquello, pero de manera más subliminal, esbozando más que diciendo, ocultando y dejando la superficie vacía. Es este uno de los singles del año, muestra más de lo bien que también se maneja Deupree en las distancias cortas –pruebas de ello son “Weather & Worn” (12k, 2009), “Shoals (Edition)” (12k, 2010) y “Snow (Dusk, Dawn)” (12k, 2010)–. Desde ya hemos sido testigos de una perfecta simbiosis, acoplando los mundos de “Monocoastal” con los de “Shoals” (12k, 2010) uno en que las grandes composiciones, unas de líneas prolongadas y rasgos largos se ven incrustadas por diminutos fragmentos que ensucian a la vez que embellecen, y que al llenarla de errores no hacen más que inducir a descubrir en una escucha atenta cada uno de esos detalles. En el caso del CD esto se acrecienta aún más: cincuenta minutos de puro calor invernal. Lienzos interminables, notas sonando en el aire frío y una nube brumosa de ruidos maravillosos. Texturas rugosas, capas de destellos fragmentados, guitarras en desfase con la realidad, postales desde el brillo del día sin sol. Un sistema ambiental que se sustenta en lo microscópico, energía y materia en un hábitat común donde florece la canción que no se detiene.

La delgada línea de hielo que cubre un lago en temporadas heladas es el escenario en el que germina unas piezas que son un ecosistema privado. Sus lados atraviesan la frontera del ambient y se cruzan con las de la música quebradiza. A veces simula ser un extrañamente disco de field recordings, pero no lo es. Oculta, descubre, cubre y muestra. Sonidos de exterior que son el eco de la nostalgia interior. Las tres canciones, entre las dos breves, y su versión expandida muestran el espectro oculto de las mañanas y las tardes de un panorama bucólico y de temperaturas bajas, de estaciones para estar hacia dentro y mirar hacia fuera, donde se sienten los paisajes emocionales en medio de las melodías que Marcus y Taylor recuestan sobre la escarcha que reposa en la hierba junto a la orilla del lago. El clima cubierto, las líneas de nubes, en un lugar de tan armoniosas formas.

Hawái.





Escucha esta noche de jueves 8 de Diciembre, El Sueño del Esquimal + Hawái en una de las últimas entregas del año en curso, recuerda sintonizar desde las 21:00 hrs por Radio Placeres 87.7 FM para Valparaíso y los alrededores, para el resto del orbe online desde aquí...





M83- Midnight City from Frank X. Bernal on Vimeo.




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